6/17/22

Monobestialismo - Scott Gore Ki


 Este es un tema de Scott Walker, quien decidió ocultarse en sus pesadillas luego de ser un pop idol en los 60.

En "Farmer in the city", del álbum "The tilt" de mediados de los noventa, la letra remite a un poema de Pasolini diseccionado hasta volverse fragmentos de esos sueños oscuros que Scott decidió soñar y grabar.

Es de un dramatismo desesperante.

Hay canciones que se vuelven favoritas y no se entiende bien por qué, hasta que se escuchan.

La única forma que encuentro de ser parte de esas cuerdas que se tensan hasta sentirse en las tripas es monobestializando la canción.


5/02/22

Realnessss

 


Entonces veo su carota en la mitad derecha de la pantalla. Otro asalto repetido del primer plano que no da respiro.

No sabemos lo que va a pasar porque no sabemos cual es el plan de Rusia, dice. Occidente prepara nuevas sanciones, agrega. “Occidente”.

Está en su casa, mira a cámara. Es lo último que va a decir de Ucrania en el día, aunque apuesto que después vuelve Putin en sus sueños.

Pero antes piensa, comiéndose unas papas fritas al lado de la cámara de la compu, que la desnazificacion se ha vuelto tan grande que termina formando un nuevo tejido canceroso de renazificacion.

¿No es su forma de empaquetar lo que debe decir, su forma de filtrar, una forma de renazificarse? 

Se ríe, escucha Trap porque está viejo. Se ríe.

 ¿Puede contar eso en la televisión, aunque sea una televisión por zoom, sin olor a maquillaje? No es tan fácil. Claro, no es ningún opa. Unas cuantas papas fritas más, algo de porro, algo de merca no porque está en otra, y entiende que ahora su trabajo es hacer resúmenes y contenido específico para el lugar por donde habla. Claro, el periodismo cambia, se adapta, se aburbujea para retener suscriptores. Total en la birreria puede explotar de post-ironia con los amigos. Después de todo lo bancan por como aparece en los medios y la pilotea y “la hace re bien “ soltando la charla que lo deja más inteligente. I suffer from realness , repite el pajero.


2/24/22

Sorvete de Milho

 



Ahora estoy en una isla. Es de noche. El grillo se lima incansable y los perros parecen ladrar porque escuchan que estoy fumando. Delatan al que apareció de la nada en la baranda siempre quieta. A lo lejos se escucha el motor de un barco regulando.

Da para pensar las cosas de esta forma en esta isla.

Enfrente la luz amarillenta incrustada como si nada en la soberbia mata atlántica ilumina una silla blanca, una mesa, lo que seguro va a quedarse así hasta mañana.

Esta es una forma de vecindad relajada pero imponente. Hay poder, de ese que ya no parece poder.

La gente que pasa caminando a mis espaldas se ríe con ganas como si estuvieran en el bar.

Es el momento de los turistas en la isla, nuestro momento.

Era inevitable que las cosas terminen así.

Estamos instalados con una serie de controles automáticos, claves y vigilancia. Pero al final todo parece un simulacro, hecho para asustar, casi como un juego. El poder es tan grande que basta con un simulacro porque hay equilibro y las tensiones se regulan de una forma que no podemos penetrar. Un abismo quien sabe de qué espesor.

Da para pensar las cosas de esta forma en esta isla. Da para pensarlas así, con las frutas del supermercado creciendo en árboles 3D, aesthetic, como si nada frente a la ventana. Arboles rodeados de flores que parecen racimos de pájaros exóticos, estampa tropicalista.

No da para perder la cabeza en esta isla, menos en esta casa. No da para perder la cabeza que conozco, mejor dicho. Da para encontrarse una nueva porque alrededor se desarrolla el orden vegetal de simplemente estar y verlo es una pausa.

Hablamos de la osadía de incrustarse ahí, nombrar, robarle una parte al orden. “El poder compra una pausa ”, dijo alguien ayer. El poder se ha instalado en el mato y todo lo transforma en instrumento, hasta para meditar.

Da para pensar cualquier cosa en esta isla donde atardece sobre la playa a las siete de la tarde.  



 


2/10/22

Musica Monobestia

MoNoBestias Na tem fin

Hay demasiada musica monobestia guardada o incompleta, desfasada por un tiempo. Tecnología antigua que envejece y ahi sigue como si nada inmortalizada en el crack.

 


Hay música de todo tipo y llegará oleada por oleadas, por Volúmenes, de a uno.






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2/08/22

CAN, el Gallu

 




Esto es CAN terrícolas, una banda tan grande que es imposible hablar de su grandeza. De lo que no se sabe no se habla, se experimenta. Se experimenta otra vez, cientos de veces, siempre  bienvenidas y renovadas. CAN es una ola. Y si a esta gente le ibas a decir  en joda Krautrockers a finales de los 60, riéndote con tus torcidos dientes anglosonantes de como unos alemanotes y un Oni exponían sus sesiones de psicoanalisis sonoras después del trauma de ser los herederos de la peor mierda, de no tener un pasado a donde ir… esperá riéndote nomás.




Si se ha quemado el mundo del que vengo invento uno nuevo y me cuelgo,  hasta que el viaje adquiera otra forma, la del infinito. Siento que me dicen eso en este video cuando veo a Jaki tocar la batería repitiendo secuencias sin parar. “You must play monotonous”, le dijo alguien de acido una vez y él lo tomó como una iluminación.

Jaki está yendo hacia algún lugar, quien sabe dónde, pero fluye.




Con el Gallu me gustaría ir. Seríamos tres bajos con Holger, colgados en el tren de Jaki. Yo puedo tocar una guitarra también, tranqui. El Gallu un teclado, o hacer percusión. Pero que estemos juntos. Porque esto de que se muera gente que antes no se moría es difícil de sostener. 

Nosotros también tuvimos ríos al lado, también fluíamos con modestia tocando para llegar a algún lado que al final era el momento nomas, un monstruo del presente que nos abrazaba y no quería soltarnos.




Con el Gallu y el mástil de su bajo curvado. Con el Gallu en la econo power roja y blanca llegando a lo de Bellmann. Riéndose mientras bailaba en Paraná. Riéndose mientras bailaba en Bs As.

Duerme en la cama de al lado en once, duerme en el abasto. Graba con la portaestudio.

El Gallu fumando cigarrillos negros, riéndose mientras fumaba.

Pita y levanta la cabeza interesado, o con ganas de interrumpir, pero no va a hacerlo.

Feliz del cachetazo que daba comerse una aceituna cuando estaba fumado.

Feliz de prepararse una chocolatada.

Nos enseña a dejar todo en -15 db antes de la mezcla final. Divertido con el Grinch y sus comentarios jodidos en la cocina del abasto. Yéndose de repente. Aparece también, y vuelve a reírse mientras baila. Le da un baldazo de agua al ficus. Hace lo que quiere. Entiende lo que se le da la gana.

Otra vez se ríe mientras zapamos.

Hace un corto en una noche con la camarita con forma de Tie Fighter de la compu.

Arquea las cejas, sorprendido.

Jugando al Quake con Gallu, inventándonos historias de los personajes a los que hacemos enojar con una pistolita de rayos que pacientemente le da a uno en la punta del pie hasta que cae después de un grito rabioso. Nos reíamos de ese atisbo de sensibilidad e ironía que alcanzaban los programadores.

Pelo planchado, gorrito, pantalones enormes, flotando por la calle.




El Gallu en esa foto con Mundo que me da unas ganas terribles de estar ahí, de ir o volver, de continuarla, de haber tenido la cámara, de que después de todo vayamos a chupar, a tocar, a bailar, a quien mierda sabe qué ¿Y quien mierda sabe del Gallu ahora? 

Hay gente que piensa que hay un plan atrás de todo, pero yo pienso en el Gallu al lado mío mientras admirábamos como un tipo nos preparaba un sándwich completo en su negocio de Pasteur y Sarmiento que ya no existe más.

La palabra misterio hay que aplastarla, como se aplasta una pulga, entre dos pulgares, decía el viejo Zelarrayán que era recontra Gallu, loco como Krautrocker que se come las S.


1/26/22

Chega de parabólica paranoica!


 


Para ellos es una reforma. Para mi es la destrucción del departamento de al lado, donde quedó el recuerdo de una vecina y de medianeras poco definidas.

Ha pasado. Ahora son martillazos y chirridos de tornos gigantes que se meten por todos lados. Cortadoras feroces, gritos. Una invasión, una escalada de bronca contenida que se suelta en casa y en el espionaje sin fin ¿No me estarán cagando? ¿Cómo será después?

Los conozco, son el legado de aquella vecina, son del barrio también. Pero la destrucción saca las cosas de lugar.

Los obreros entran y salen, o bajan la cabeza, o se ríen, o que será que hablan cuando termino de pasar en un idioma dentro de un idioma que el capitalismo, que no para de pegotearse con sonrisa semigarca, transforma en la lengua de las espaldas de la construcción. Sólo las espaldas.

A veces odio su canto entreverado de barullo, me echa de casa. Los imagino conspirando en el ruido.

Hasta que descansan. ¡Y Chega de parabólica paranoica! Es trabajo, no es personal.

Los escucho reírse con una inocencia que desencaja. Escucho un pasado también. Diálogos íntimos. Es eso. Escucho un pasado también, y me divierte.


1/14/22

El Boric y Los Prisioneros


 

Ha llegado el Boric a Chile, donde quizás por fin se acaba la transición. En los noventa llegaba el cable y las novelas de Television Nacional a la Argentina, a Paraná. Estúpido Cupido era la neta, un Chile de fantasía moldeado en el sueño americano, en el principio de la aceleración del rock blanco. Hasta Los Prisioneros estaban a la moda con un prolijo electro pop de boom latino en los noventas.

Pasó el tiempo y vimos hacia atrás, hacia La cultura de la Basura, al look de chicos de clase media baja que estaban pateando para conseguir trabajo: “Elvis sacúdete en tu tumba, we are sudamerican rockers” Muevan las industrias, cantaban en los ochenta Los Prisioneros.

Hubo que ir hacia atrás para descubrir El Baile de los que sobran y darle el premio a la mejor. Los chicos, jugando a ser Depeche Mode con un Casio, de repente llegan al fondo del asunto. No todos eran parte del milagro. 

El Boric, con que sea un nuevo punto de partida, una largada limpia, ya vale. Quien sabe que mierda es un comunista, más allá del argumento del youtuber conspiranoico que encontró una mina de suscriptores adobados en bronca. ¿Sera que el Boric es un “Probemos a ver que pasa”?  No da correrlo con Allende. ¿Cachái que las nuevas tecnologías están preparadas para armar otros Pinochos y el público se renueva.









1/05/22

10 años de entrada

Han sido diez años de vacaciones en el inframundo. Pasó lo que tenía que pasar. Nacimientos y muertes. 

Da para volver más atrás todavía. Volver a finales de los noventas a la ciudad de Paraná junto al poeta Claudio. Verlo metido en el rio con el agua hasta la cintura, aullando. Y aunque no era un amante de la costanera, de noche lo sensibilizaba. 
 
¡¿Quién controla La Forma, pajeros?!¡ El que controla La Forma se trasforma en Filtro! 

¡Filtro Paez!, le mandó uno. 
 
Él sacó fuerzas del fondo del barro para manotearle agua, porque a veces no quería joda. Pero el resto si. La claridad de las islas de enfrente preparaba un hachazo en la cabeza.
 
¡¿Quién controla la forma, pajeros?!
 
Estaba bien plaga, aunque hay que decir que después, más blandito, tirado en la orilla como un cacho de plástico que trajo la corriente, dijo algunas cosas.

El Filtro será el poder supremo, hay cada vez más para filtrar, no nos está dando el tiempo. Hay cosas ahora , cosas por delante y encima aparecen cosas de atrás. La forma será el mejor filtro. Se repite La forma de forma inevitable. Formar la información. Sintetizar. Sintetizar es sobrevivir hasta pervertirse y quererlo todo. Ser la información, esparcirla por el mundo para que controle en un gesto.

Ya lo pensaba Claudio en esa época. Hecho un dios. Tomando alcohol subvencionado por Menem.