Esto es CAN terrícolas,
una banda tan grande que es imposible hablar de su grandeza. De lo que no se
sabe no se habla, se experimenta. Se experimenta otra vez, cientos de veces,
siempre bienvenidas y renovadas. CAN es
una ola. Y si a esta gente le ibas a decir en joda Krautrockers a finales de los 60,
riéndote con tus torcidos dientes anglosonantes de como unos alemanotes y un Oni exponían sus sesiones de psicoanalisis sonoras después del trauma de ser los
herederos de la peor mierda, de no tener un pasado a donde ir… esperá riéndote
nomás.
Si se ha quemado el mundo
del que vengo invento uno nuevo y me cuelgo, hasta que el viaje adquiera otra forma, la del
infinito. Siento que me dicen eso en este video cuando veo a Jaki tocar la
batería repitiendo secuencias sin parar. “You must play monotonous”, le dijo
alguien de acido una vez y él lo tomó como una iluminación.
Jaki está yendo hacia algún
lugar, quien sabe dónde, pero fluye.
Con el Gallu me gustaría
ir. Seríamos tres bajos con Holger, colgados en el tren de Jaki. Yo puedo tocar
una guitarra también, tranqui. El Gallu un teclado, o hacer percusión. Pero que
estemos juntos. Porque esto de que se muera gente que antes no se moría es
difícil de sostener.
Nosotros también tuvimos ríos al lado, también fluíamos con modestia tocando para llegar a algún lado que al final era el momento nomas, un monstruo del presente que nos abrazaba y no quería soltarnos.
Con el Gallu y el mástil
de su bajo curvado. Con el Gallu en la econo power roja y blanca llegando a lo
de Bellmann. Riéndose mientras bailaba en Paraná. Riéndose mientras bailaba en
Bs As.
Duerme en la cama de al
lado en once, duerme en el abasto. Graba con la portaestudio.
El Gallu fumando
cigarrillos negros, riéndose mientras fumaba.
Pita y levanta la cabeza
interesado, o con ganas de interrumpir, pero no va a hacerlo.
Feliz del cachetazo que daba
comerse una aceituna cuando estaba fumado.
Feliz de prepararse una
chocolatada.
Nos enseña a dejar todo en
-15 db antes de la mezcla final. Divertido con el Grinch y sus comentarios
jodidos en la cocina del abasto. Yéndose de repente. Aparece también, y vuelve
a reírse mientras baila. Le da un baldazo de agua al ficus. Hace lo que quiere.
Entiende lo que se le da la gana.
Otra vez se ríe mientras
zapamos.
Hace un corto en una noche
con la camarita con forma de Tie Fighter de la compu.
Arquea las cejas,
sorprendido.
Jugando al Quake con Gallu,
inventándonos historias de los personajes a los que hacemos enojar con una
pistolita de rayos que pacientemente le da a uno en la punta del pie hasta que
cae después de un grito rabioso. Nos reíamos de ese atisbo de sensibilidad e ironía
que alcanzaban los programadores.
Pelo planchado, gorrito,
pantalones enormes, flotando por la calle.
El Gallu en esa foto con Mundo que me da unas ganas terribles de estar ahí, de ir o volver, de continuarla, de haber tenido la cámara, de que después de todo vayamos a chupar, a tocar, a bailar, a quien mierda sabe qué ¿Y quien mierda sabe del Gallu ahora?
Hay gente que piensa que hay un plan atrás de todo, pero yo pienso
en el Gallu al lado mío mientras admirábamos como un tipo nos preparaba un
sándwich completo en su negocio de Pasteur y Sarmiento que ya no existe más.
La palabra misterio hay
que aplastarla, como se aplasta una pulga, entre dos pulgares, decía el viejo
Zelarrayán que era recontra Gallu, loco como Krautrocker que se come las S.